FÍSICA PROFUNDA Y
TRANSCENDENTAL

“Ninguna teoría física que se ocupe solo de física explicará nunca la física” (John Wheeler)

“Ninguna ciencia está capacitada para demostrar científicamente su propia base” (Descartes)

“La mecánica cuántica está en la base de nuestra conciencia” (Nick Herbert)



La Dualidad Profundo - Superficial

La física estudia los “fenómenos” físicos, lo observable, lo objetivo, lo externo, lo perceptible, lo superficial. Pero tras todo fenómeno se esconde el “noúmeno”, lo interno, lo oculto, la causa profunda. La ciencia ha caído en la trampa de la objetividad, ignorando el mundo profundo.

Por lo tanto, para entender la física, hay que ir a lo profundo, al origen de donde surgen los fenómenos. Este nivel trascendente debe ser el fundamento de los fenómenos físicos y suministrar una visión unificada de la realidad.

En general, una ciencia no puede fundamentarse a sí misma. Por ejemplo, la matemática no puede fundamentarse en un sistema axiomático formal (como demostró el teorema de Gödel). Debe fundamentarse en algo más profundo, trascendente o superior: en una meta-matemática. De la misma forma, la física no puede fundamentarse en sí misma. Necesita un fundamento más profundo, una metafísica o suprafísica.

Decía Feynman: “Creo que puedo decir con seguridad que nadie entiende la mecánica cuántica”. Y, efectivamente, no se entiende contemplada desde un nivel superficial. Pero adoptando un punto de vista profundo, todo es más fácil de entender. La física moderna no se entiende porque estamos aplicando una mentalidad superficial para explicar lo que es intrínsecamente profundo. “Mira profundo en la naturaleza y entonces entenderás todo mejor” (Einstein).

En efecto, para intentar explicar todos los extraños fenómenos de la física cuántica, se ha postulado la existencia de un nivel trascendente de la realidad física responsible del nivel físico inmanente.

En el mundo físico, lo más superficial y observable es la materia, el espacio (el entorno donde reside la materia) y el tiempo (percibido principalmente como cambio de posición de la materia en el espacio). Pero al descender a nivel subatómico, la materia, en su nivel más profundo, no es materia, se “diluye” y se identifica con el nivel sutil del espacio o con la estructura o geometría del espacio. Y el tiempo lineal (que es el que observamos a nivel externo) deja de tener sentido para convertirse en un no-tiempo o en otro tipo de tiempo (imaginario, virtual, cíclico, etc.).

Algunas opiniones a este respecto son:
El Éter

Es un hipotético espacio sutil y absoluto, en el que creían numerosas culturas. En los últimos años el concepto de éter ha resurgido con fuerza como elemento unificador, como fuente de todos los fenómenos físicos. Sus propiedades serían: El éter adopta diversas formas mediante vibración. Todo en el universo depende de la vibración. Los diversos niveles vibratorios conforman las distintas manifestaciones, desde las extremadamente sutiles (de mayor frecuencia) hasta las de mayor densidad (de menor frecuencia). Esta teoría encaja con la moderna teoría de cuerdas, donde todas las partículas se contemplan como diferentes modos de vibración de una cuerda arquetípica. En la filosofía del éter, lo que vibra es el propio éter y que produce las diferentes entidades cuánticas.

Al éter se le han dado diferentes nombres en las diferentes culturas:
El Campo Punto Cero

La física cuántica ha descubierto la energía del vacío, o Campo Punto Cero, la raíz del mundo físico que puede identificarse con la energía primigenia del éter o del espacio profundo.

El nombre de “Campo Punto Cero” hace referencia al campo de energía que existe en todo volumen de espacio físico. En el vacío a la temperatura de cero absoluto (el estado más bajo posible) se detectan fluctuaciones o vibraciones energéticas en forma de radiaciones electromagnéticas.

El vacío físico total es imposible, porque siempre existen radiaciones electromagnéticas residuales, de diferentes frecuencias, que no es posible eliminar y que corresponden al estado energético más bajo posible. Cualquier otra energía siempre está por encima de este valor mínimo. El Campo Punto Cero es el mar de fondo correspondiente a este conjunto de energías fluctuantes o aleatorias de las diferentes frecuencias de las ondas electromagnéticas.

El espacio que denominamos “vacío” no está vacío en absoluto; es una reserva enorme de energía. Es una paradoja que el vacío sea un plenum. Según Feynman, la energía de 1 m3 de espacio es suficiente para hacer poner en ebullición a todos los océanos del mundo. El vacío cuántico constituye un potencial energético prácticamente inagotable y es el candidato ideal para una fuente de energía libre y limpia, una energía muy superior a la nuclear.

Intuido por Nikola Tesla e investigado por físicos como Albert Einstein, Max Planck y Walther Nerust, la idea de energía Punto Cero fue introducida primera vez por Planck en 1911 en un intento por comprender la radiación del cuerpo negro.

La existencia del Campo Punto Cero es una consecuencia del principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual debe existir energía electromagnética en todo punto del universo. Este campo fue confirmado experimentalmente en 1949 con el efecto Casimir: dos placas de metal muy próximas se atraen debido a la presión exterior creada por el vacío entre las dos placas.

En los años 1930s el físico Paul Dirac elaboró una teoría que hacía referencia a un depósito de energía ubicado en un nivel físico dimensional profundo, energía que denominó “Energía del Punto Cero” y que hoy denominamos “mar de Dirac”, un mar que sostiene y fundamenta el mundo subatómico. El espacio vacío “hierve” de actividad. Este campo de energía es el soporte y motor de todo lo existente, el regenerador continuo del universo.

El Campo Punto Cero posee características peculiares, donde se dan paradojas y enormes posibilidades potenciales:
El orden implicado, de David Bohm

Según David Bohm, la realidad es un todo indivisible en el que todo está conectado a nivel profundo, el “orden implicado”, un nivel trascendente, un mundo “plegado”, un mundo físico situado más allá del espacio y del tiempo. Del orden implicado emerge o emana el “orden explicado”, el mundo “desplegado”. La mente y la materia son proyecciones o manifestaciones del orden implicado subyacente.

El orden implicado de Bohm se puede identificar con el éter o Akasha. La teoría de Bohm de la naturaleza de la realidad dio origen a la teoría holográfica del universo, que fue aplicada por Karl Pribram para postular la teoría holográfica del cerebro.

Según Bohm, la teoría cuántica y la teoría de la relatividad se contradicen entre sí, y que esta contradicción implica que existe un orden más fundamental en el universo físico. Física cuántica y relatividad apuntan a una teoría más profunda que está formulada en términos de la teoría cuántica de campos.


Un Modelo Universal de la Realidad Física Basado en Arquetipos Primarios

El modelo universal de la realidad física pretende ayudar a comprender la física y ofrecer un nuevo y simple paradigma. Se basa en los fundamentos universales: el principio de causalidad descendente, el principio de dualidad, el principio dialógico y el principio de simplicidad, todos ellos reflejados en el modelo de los arquetipos primarios, que encarnan estos conceptos.
  1. La realidad está configurada en niveles, desde el nivel más profundo hasta el más superficial. La dualidad universal superficial-profundo son los dos extremos de la realidad física.

  2. Cada nivel está sostenido o soportado por los niveles más profundos. Lo superficial es una manifestación de lo profundo. Todo fenómeno o entidad física manifestada a nivel superficial está fundamentado en lo profundo.

  3. Cuanto más profundo es un nivel, más fundamental y más sencillo es. Y cuanto más superficial, más complejo.

  4. El nivel más profundo es el más sencillo y en él todo está conectado. En lo profundo todo es la misma cosa y es la fuente de todas las posibles manifestaciones. Es el “campo unificado de la conciencia”, donde se unifica mente y materia. En el nivel más profundo está la verdad, el significado de todo y la máxima simplicidad.

  5. No podemos conocer la realidad profunda. Solo nos podemos acercar a los arquetipos primarios o arquetipos de la conciencia, que conectan el mundo superficial y el profundo. Los arquetipos primarios son fronteras, límites, pero también son puertas de la conciencia. La física debe basarse también en arquetipos primarios, y ese debería ser el camino hacia la unificación, hacia una teoría de todo. La física arquetipal no sería un paradigma más, sería un paradigma unificador, una visión unificada de la física desde un punto de vista privilegiado: la conciencia.

Bosones y fermiones

Existen dos tipos de partículas subatómicas: los bosones y los femiones. Los electrones son fermiones y no pueden estar en el mismo estado cuántico, están limitados y diferenciados. En cambio, los fotones sí pueden estar en el mismo estado cuántico, como en la luz láser (que es una luz coherente).

El supuesto mecanismo de “intercambio de bosones” para generar la fuerza correspondiente entre fermiones es (o puede ser) un fenómeno aparente. Según el principio de causalidad descendente, los bosones son entidades cuánticas profundas, y los fermiones serían manifestaciones superficiales de los bosones, mediante un mecanismo desconocido. El mundo físico profundo es un campo flexible, capaz de manifestarse de múltiples formas. Esto explica que existan pocos tipos de bosones: (4 más el bosón de Higgs) y más tipos de fermiones (6 quarks y 6 leptones). En lo profundo está lo unificado. En lo superficial está la multiplicidad, la variedad.

Se ha especulado sobre la supersimetría (denominada SUSY). Según esta teoría, a cada fermión le correspondería un bosón y viceversa, que podría relacionar las propiedades de ambos tipos de partículas. Pero según el principio de causalidad descendente, no puede haber supersimetría porque los bosones pertenecen a un nivel más profundo que los fermiones. Solo puede haber simetría horizontal entre partículas del mismo nivel (por ejemplo, entre electrones y positrones).


Los dos modos de conciencia y la física

A nivel mental tenemos dos tipos de experiencias: 1) las claras, nítidas, definidas y determinadas, que corresponden al modo HI (hemisferio izquierdo). 2) las difusas, indeterminadas, ambiguas, de percepción de posibilidades, que corresponden al HD (hemisferio derecho). La mente, por decisión consciente puede saltar desde las experiencias de tipo 2 a las de tipo 1.

Se suele afirmar que, puesto que la teoría cuántica es la teoría más fundamental y profunda del mundo físico, es lógico preguntarse si la teoría cuántica podría ayudarnos a entender la conciencia, el conocimiento y el pensamiento. Según Alexei Grinbaum, la física cuántica puede ser una teoría del conocimiento. Según Christopher Fuchs, la física cuántica consiste principalmente en una descripción de las leyes del pensamiento.

Pero es justamente lo contrario: la conciencia (en concreto, los dos modos de conciencia) nos pueden ayudar a entender mejor el mundo cuántico. En efecto, existe una clara analogía entre:
  1. La física clásica y la conciencia asociada al hemisferio izquierdo (HI) del cerebro. Corresponde al mundo superficial: analítico, racional, secuencial, etc.

  2. La física cuántica y la conciencia asociada al hemisferio derecho (HD) del cerebro. Corresponde al mundo profundo: sintético, intuitivo, simultáneo, etc.
De aquí se podría postular que el universo “juega” al mismo juego que la mente humana, que hay sincronicidad entre mundo interior y mundo exterior. Es la hipótesis más sencilla, la que sigue el principio de la navaja de Occam y, por lo tanto, la que tiene más posibilidades de ser verdad.

De las características mencionadas en el capítulo “Fundamentos  Principio de Dualidad” destacamos las siguientes:

⬤ HEMISFERIO DERECHO■ HEMISFERIO IZQUIERDO
AbstractoConcreto
AcausalCausal
AespacialEspacial
AnalógicoDigital
Atemporal, Permanente, InmortalTemporal, Cambiante, Mortal
Conectado, Unido, Integrado, CompactoDesconectado, Separado, Dividido, Fraccionado, Disperso
ContinuoDiscreto
CreativoEstructurado, Formalizado
CualitativoCuantitativo
Difuso, BorrosoPreciso, Exacto, Nítido
DinámicoEstático
GeneralParticular
GenéricoEspecífico
HolísticoReduccionista
Imaginario, VirtualReal
InconscienteConsciente
IndeterminadoDeterminado
InfinitoFinito
InmanifiestoManifiesto
InmedibleMedible
IntensivoExtensivo
Interno Externo
IntrínsecoExtrínseco
IntuitivoRacional, Intelectual, Lógico
Invisible, OcultoVisible
MentalMaterial
MetafóricoLiteral
MíticoHistórico
No Lineal o CircularLineal
No localLocal
OrdenadoDesordenado, Caótico
OrientalOccidental
Paralelo (Simultáneo)Serie (Secuencial)
PlegadoDesplegado
Potencial, PosibleActual, Real
Primario, PrimitivoSecundario, Derivado
ProfundoSuperficial
RelacionadoAislado
SincrónicoAsincrónico
SintéticoAnalítico
SubjetivoObjetivo
TeóricoPráctico
TrascendenteInmanente
ÚnicoMúltiple

Esta dualidad universal se refleja también en el mundo de la física:

⬤ FÍSICA CUÁNTICA■ FÍSICA CLÁSICA
Materia-Energía (unidos)Materia y Energía (separados)
Onda-Corpúsculo (unidos)Onda y Corpúsculo (separados)
Espacio-Tiempo (unidos)Espacio y Tiempo (separados)

La aplicación de esta simple analogía permite comprender los extraños fenómenos de la física cuántica y también integrar y armonizar las diferentes interpretaciones.
Los arquetipos de la conciencia

La conciencia es imposible de conceptualizar y definir; solo intuimos algunas de sus características. Es por ello que es preferible hablar de arquetipos de la conciencia o arquetipos primarios, los elementos que conectan el mundo interno (mental) y el mundo externo (físico). En lugar de decir que todo es manifestación de la conciencia, es mejor decir que todo es la manifestación de los arquetipos primarios. Los arquetipos primarios constituyen el límite y fundamento de nuestro conocimiento de la realidad, el conocimiento más primario, sencillo y profundo.

En lugar de hablar de “ciencia dentro de la conciencia” (la filosofía de Amit Goswami), es mejor hablar de “ciencia fundamentada en los arquetipos de la conciencia”:

El modelo o principio de los arquetipos primarios es universal. Vale para el mundo microscópico y para el mundo macroscópico, pero es especialmente adecuado para describir los fenómenos de la física cuántica.
Información vs. Conciencia

La información es un tema ligado estrechamente con la conciencia:
El mundo cuántico como arquetipo

Todo arquetipo une los opuestos. El mundo cuántico se puede considerar un arquetipo porque conecta dualidades entre el mundo interno y el mundo externo: onda y partícula, energía y materia, lo infinito (una entidad cuántica posee infinitos estados) y lo finito, lo cualitativo y la cuantitativo, lo posible y lo real, lo profundo y lo superficial, lo inmanifiesto y lo manifiesto, lo visible y lo invisible, lo concreto y lo abstracto, lo preciso y lo difuso, lo local y lo no local, etc. Está en la frontera entre dos mundos: el físico y el mental. Es un mundo límite y en el límite está la conciencia.

En el mar de Dirac aparecen también dualidades: partícula y antipartícula, pasado y futuro, tiempo positivo y negativo. En efecto, en la ecuación cuántica relativista de Dirac hay soluciones correspondientes a entidades cuánticas de energía negativa, que Dirac las interpretó como antipartículas. Una antipartícula posee la misma masa y el mismo espín, pero carga eléctrica opuesta. Algunas partículas son idénticas a su antipartícula, como el foton (que no tiene carga eléctrica). Con esta interpretación, Dirac predijo la existencia del positrón, la antipartícula del electrón. Feynman interpretó el proceso de creación y aniquilación de partículas como un cambio de sentido temporal de las partículas: del pasado al futuro o del futuro al pasado. Feynman interpretó el positrón como un electrón moviéndose hacia el pasado.

La luz es también la unión de opuestos o duales. Une onda (electromagnética) y corpúsculo (fotón), une los campos eléctrico y magnético, y une espacio y tiempo en una entidad llamada “espacio-tiempo”.

En el primer capítulo del Génesis se dice: “Entonces Dios dijo: ‘Hágase la luz’. Y la luz se hizo”. Esto se puede interpretar en sentido literal, no metafórico, es decir, la luz sería la primera manifestación del Espíritu.

El mundo manifestado es ilusorio. No es la verdadera realidad. El espacio y el tiempo son fenómenos ilusorios, aunque nos parezcan reales. Desde nuestro punto de vista (superficial), la luz crea para nosotros el espacio-tiempo, aunque a velocidades pequeñas con respecto a la velocidad de la luz, parezcan conceptos separados. Ocurre siempre así: cuanto más superficial es el nivel, mayor es la separación que observamos entre las cosas, y cuanto más profundo, mayor unificación, y en el límite, todo queda unificado.

Siempre se ha dicho (o intuido) que la materia es luz condensada. A la inversa, también se dice que la luz es “materia evaporada”. Lo que sí sabemos es que los electrones de los átomos contienen luz potencial o luz condensada. En efecto, cuando un electrón “salta” de un nivel a otro de menor energía, emite un fotón, cuya frecuencia es proporcional a la energía consumida o liberada. Y cuando colisionan un electrón y un positrón se producen dos fotones de espines opuestos y que viajan en direcciones opuestas.

Si suponemos que la materia es luz condensada, entonces la materia no puede superar la velocidad de la luz porque la materia está hecha de luz.

La materia puede ser una estructura de fotones. Científicos de la universidad de Harvard y del MIT han creado una nueva forma de materia uniendo fotones para crear una “molécula fotónica” (Nature, 25 Septiembre 2013). Esto contradice el conocimiento comúnmente aceptado de que los fotones no pueden interaccionar entre sí porque son bosones.

Para John Wheeler “Todos lo electrones son el mismo electrón”. Con ello quería explicar las propiedades compartidas por todos los electrones y por qué los electrones son indistinguibles entre sí. Es como si existiera un electrón arquetípico, en un nivel profundo. Los electrones del universo serían solo manifestaciones de ese electrón arquetípico.


Conclusiones En definitiva, el problema cuántico es un enigma desde el punto de vista superficial, pero perfectamente comprensible desde un punto de vista profundo. El universo no es comprensible solo por la razón, necesitamos también la intuición. Necesitamos los dos modos de conciencia.



Adenda

El efecto Casimir

Se trata de un fenómeno ya había sido observado antiguamente. Cuando dos placas metálicas se encuentran muy próximas, se atraen por una fuerza desconocida. Este fenómeno fue explicado a nivel teórico por el físico Hendrik Casimir en 1948, y medido por primera vez en 1997. Cuando se aproximan dos placas muy lisas, las ondas electromagnéticas de amplitud de onda mayor que la distancia entre las placas son desalojadas del espacio entre dichas placas. Al estar presentes dichas ondas en el exterior, se produce una diferencia de presiones entre los dos espacios, y se produce el fenómeno de atracción de las dos placas.

Este fenómeno se considera la prueba más concluyente respecto a la existencia del Campo Punto Cero.


La conexión de la filosofía oriental

Según el modelo de los modos de conciencia, la física cuántica se asocia a la filosofía oriental, y la física clásica se asocia a la filosofía occidental.

Los tres fundadores de la física cuántica (Bohr, Heisenberg y Schrödinger) fueron estudiosos de la filosofía oriental, especialmente del Vedanta (Upanishads, Bahgavad Gita) y observaron que sus experimentos e ideas eran consistentes con lo que habían leído en los Vedas.
El eter y los milagros. El desplazamiento físico instantáneo

A través del nivel profundo, es posible desplazarse de un punto a otro del espacio sin pasar por el espacio intermedio. Algunos lamas budistas tienen el poder de desplazarse por el espacio a voluntad, por mediación del éter. En realidad no se desplazan por el espacio, sino que descienden al nivel del éter (desapareciendo del plano físico) y emergen desde el éter, apareciendo en otro punto del espacio.

Se cuenta que Apolonio de Tiana −contemporáneo de Jesucristo, místico, filósofo y matemático de la escuela pitagórica− tenía este poder. Cuando el emperador Domiciano, situado en su trono de Siracusa, ordenó su muerte, Apolonio dijo: “No podeis detener a mi alma, ni siquiera a mi cuerpo” y súbitamente desapareció a la vista de todos, para ser visto poco después en Pateoli, cerca del Vesubio.

Jesucristo tenía también ese poder de trascendencia del nivel físico. Dos ejemplos:

Bibliografía